¿Por dinero o por placer?

Continuando con mi ronda de encuentros editoriales, ayer por la tarde me reuní con un amigo librero para hablar de nuestros respectivos proyectos futuros.

Su visión de la cadena de valor editorial me confirmó lo que ya sabíamos: el editorial es un mercado (no una ONG), la participación de los diversos agentes (editores, distribuidores, comerciales, libreros, medios de comunicación) está (des)coordinada, existen «modas» (véase al respecto el suplemento «Culturas» de La Vanguardia ayer, sobre el auge de la novela histórica).  Conclusión: conseguir que un libro se venda es más improbable que ganar la lotería. La probabilidad disminuye si el libro en cuestión es novela.

Oído lo cual, esta autora se pregunta si tenemos que guiarnos por el mercado o por el placer. ¿Cómo decidimos qué escribir? ¿Nos esforzamos en tomarle el pulso al mercado, con la esperanza de tener así más boletos de lotería? ¿O pasamos de todo y escribimos aquello que nos llama?

La respuesta tradicional es la de dejarse llevar por la voz interior y escribir por placer. Esa es quizás la zona de confort, la respuesta intuitiva. Escribir cueste lo que cueste. Pero escribimos para ser leídos y el lector encuentra nuestro libro en un mercado. ¿Entonces?

Se me dirá que existe un amplio espectro de posibilidades, desde el oscurantismo purista al best-sellerismo «caiga quien caiga». Y es en ese espectro donde cada quien tiene que posicionarse.

No es fácil, no.

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