«Diferenciación» y «creatividad» son dos conceptos cercanos.
Para hablar de creatividad, nadie mejor que una de las cantantes que más partido le ha sacado: Taylor Swift.
La artista ha publicado un post criticando a su discográfica por no permitirle recomprar los derechos sobre su propio catálogo: «Esto es lo que pasa cuando firmas un contrato a los quince años con una persona para quien la palabra “lealtad” es un mero concepto contractual» -ha escrito.
Taylor Swift se une así a la lista de aquellos que han peleado por conservar los derechos sobre su música, lista que incluye a los Beatles y a Prince, a Pink Floyd y Metallica.
El tema de los derechos de la propiedad intelectual está en el candelero creativo porque en la era de Netflix y de la inteligencia artificial, la creatividad adquiere cada vez más valor: es lo que nos diferencia de los robots.
Partiendo del ejemplo de Taylor Swift te propongo dos preguntas:
– Si echas la vista atrás, ¿qué has creado y lamentarías perder? Incluye cualquier tipo de experiencia creativa: textos, proyectos, recetas, bocetos… Escribe libremente sobre aquellas obras que has creado y más valoras.
– Y la siguiente pregunta: si tú las valoras, ¿son susceptibles de ser valoradas también por tus clientes? ¿Cómo puedes acercar tus proyectos creativos personales a tu ámbito profesional?
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