¿Por qué deseamos lo que deseamos?

¿Por qué deseamos lo que deseamos? da título a un ensayo de la futurista Melinda Davis. La autora, responsable de identificar tendencias de mercado para las grandes corporaciones multinacionales, lo publicó en 2003.

Lo estoy releyendo para ver qué tal han envejecido, veinte años después, las respuestas a la pregunta de qué nos mueve.

Te adelanto que han envejecido bien, comenzando por la primera frase del libro: “La mayoría de nosotros no tenemos ni idea de lo que realmente queremos”.

Davis anotaba ya en 2003 diversas pautas que se han consolidado.

Vivimos en “la era de lo imaginacional”, en un mundo regido por actores y fuerzas (algoritmos, microbios, memes…) que no vemos.

Con la irrupción de la Red en 1993, la realidad se ha vuelto mental: “el futuro está en el cerebro”. Según Davis, “El mundo físico como principal entorno humano ha terminado”.

El progreso tecnológico supera nuestra capacidad innata de adaptación como especie a un entorno inestable porque ha cambiado hasta el mismo concepto de “entorno”.

La primera parte concluye afirmando que “Todos nos estamos volviendo un poco locos” y vaticinando el aumento de las enfermedades mentales, el déficit de atención y la ansiedad.

Si cada vez vivimos más en nuestra cabeza, ¿cómo afecta eso a tu quehacer, a tu negocio, a tu vida? La pregunta me parece urgente.

En mi caso, observo que desde que comencé a publicar, en 2005, el número de personas que escribe se ha mutiplicado exponencialmente. Releyendo a Davis aventuro la hipótesis de que esto puede ser así porque todos necesitamos compartir ese espacio mental en el que ahora habitamos.

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