Mi amiga invisible se llama…

El veí me invitó a participar en su convocatoria anual de «bloguero invisible» y no me pude resistir. ¿Invisible? -me dije- ¡Vamos allá!

La mano (también) invisible me asignó una amiga, a la que he leído estos días casi en silencio. Sólo «casi». Le dejé un comentario y ella devolvió la visita, pasándose por este blog. Hoy es el gran día de intercambio de regalos. El mío será éste:

Mi amiga es antropóloga. Es, de hecho, la primera antropóloga que conozco. Pero, además, se especializa en una área de interés compartido: la innovación, la educación y el uso de las Nuevas Tecnologías. El tema la apasiona hasta el punto de haber lanzado STI.CAT, una asociación que promueve la aplicación de las NT en el ámbito catalán. A la asociación sí la conozco, porque organiza los premios «Blocs Catalunya». Y aquí sonrío porque la casualidad ha unido a una mujer que trabaja activamente por el catalán con una diglósica confesa.

El blog de mi amiga combina su valoración sobre notícias de actualidad con nombre propio (desde Obama a Juan Marsé por su premio), recomendaciones sobre libros y películas, reseñas de actos a los que asiste y apuntes de viaje. Observo al respecto que acaba de disfrutar de unas vacaciones de aupa en las Islas Baleares, con fotos incluídas y evocación de menús y vinos degustados. Dan ganas de ir para allá en el primer ferry. Si yo fuera la Oficina de Turismo Balear, ¡a ella sí que le daría un premio!

Si en vez de una pantalla esto fuera un bar, tendríamos tema. Para empezar, compartimos algunos amigos en Facebook. Además, nos gustan algunas canciones similares (sus posts suelen finalizar con un vídeo musical).  Y nuestro blogroll muestra sorprendentes coincidiencias.

Su blog tiene dos nombres. El antiguo -¿el oficioso? -es Platxèria, título de un poema de Joan Salvat-Papasseït. Hoy, sin embargo, su nombre oficial es, exactamente, el nombre de mi amiga.