La visibilidad y el ego

visibilidadEn 1985, el productor Quincy Jones invitó a una cincuentena de músicos estadounidenses a grabar «We are the world», un disco solidario con el que recaudarían fondos para paliar la hambruna en Etiopía. Jones seguía así el modelo «Do they Know it’s Christmas»: los superartistas aseguraban un éxito de ventas.

Michael Jackson y Lionel Ritchie compusieron. Se sumaron al proyecto cantantes de la talla de Bruce Springsteen o Tina Turner: la concentración de celebridad por metro cuadrado era de impresión. Viendo un documental de la época, me encantó la cartulina manuscrita que alguien colgó de la puerta del estudio de grabación:

Check Your Ego at The Door

“Por favor, deja el ego en la puerta”.  En otras palabras, no te pongas estupendo o te creas superior al resto de músicos, porque tenemos que grabar juntos y cantar juntos. Conseguir que tanto talento se pusiera de acuerdo y cantara al unísono requería poner en común la propia visibilidad y olvidarse del ego.

“Por favor, deja el ego en la puerta”. Esa frase resuena en mi cabeza cuando hablo con algunos de mis clientes, sobre todo con los que quieren emprender o escribir. Sienten que el mundo se detendrá cuando su proyecto o libro vea la luz.

Les entiendo. Una dosis importante de narcisismo es necesaria. ¿Cómo sino vas a pasarte horas y más horas frente a un proyecto –empresarial o editorial- que nadie te ha pedido? Creer en la propia valía es un requisito indispensable. Pero ese requisito tiene que medirse, para no terminar siendo un estorbo. Necesitamos la distancia suficiente y una perspectiva saludable del propio esfuerzo y de la propia visibilidad. No nos encogeremos ni caeremos en el síndrome de la impostora, pero tampoco nos desbocaremos como un caballo airado, pisando cabezas para conseguir un minuto de gloria que nos reconforte falsamente.

Para superar los ataques de ego, de los que creo que no escapa nadie, y menos en una sociedad donde la fragmentación digital se compensa con la necesidad imperativa de visibilidad, apunto dos conceptos que al menos a mí me vienen bien:

  • El ego que más importa es el ajeno: sólo si conectas con el otro dotas de sentido tu trabajo.
  • El ego no paga facturas. Que tu proyecto sea el mejor es irrelevante si no consigues que los demás inviertan en él. Mi mantra: Egos don’t pay bills.

Te dejo con una curiosidad que me parece edificante: el video de Bob Dylan, flamante y huraño premio Nobel de Literatura,  ensayando una y otra vez su parte en la canción y pidiendo ayuda a Stevie Wonder. Para pensar.

Gracias por comentar esta entrada y por compartirla.

PD: Próximas convocatorias.  Gira Vive 50 el martes 15/11 presentación de Vive 50 en Espai Rubiralta en Manresa. El jueves 17, en Girona. El sábado 19 de noviembre, Taller de escritura para mujeres muy ocupadas en Laboratori de Lletres en Barcelona. Hombres bienvenidos e inscripciones aquí.

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4 comentarios en “La visibilidad y el ego”

  1. «El ego no paga facturas.» Hay una serie de principios que deberían ponerse en carteles con letras bien grandes en los institutos y las universidades, y éste es uno de ellos.
    Con tu permiso, Neus, me llevo el artículo a facebook.

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