«Vidas prometidas»

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¿Puede haber magia en las vidas corrientes? Guillermo Busutil la encuentra en Vidas prometidas, una colección de trece relatos sobre aquello que nos sucede cada día,  aventuras que sólo lo son para quien las vive y que, sin embargo, aparecen aquí como indicadores de una época.

Busutil disecciona con precisión quirúrgica experiencias comunes. Nos habla del periodista que sufre acoso laboral y se
convierte en el apestado de la emisora. Y de otro periodista que termina haciendo por su político todo lo que juró que no haría. Y también de la solidaridad con las personas que nos marcaron, como la maestra, o el recuerdo de un primer amor. Entre la lucidez y la parodia, el autor presenta en bandeja, una tras otra, vivencias que hoy nos angustian. Y al hacerlo las enaltece: el acosado deja de formar parte de un porcentaje para convertirse en un ser humano abatido. Al humanizarlo, socializa el dolor.

Mi relato favorito, “Shaw & Maciá”,describe con precisión una jornada en casa de una familia triunfadora, donde los padres y los hijos cronometran sus actividades (y no solo las extraescolares), con el fin de llegar a todo y terminan haciéndolo todo sin sentir nada. Como comenta un personaje en otro relato, la vida debe ser algo más que “tener éxito y no perderlo”.

Los personajes a veces hacen cameos y van de un relato a otro (el abogado y el acosado, por ejemplo). Sus apellidos (Voltaire, Gide, Defoe, Poe) son una de las abundantes referencias metaliterarias en la obra, que incluye parodias de textos “corrientes” (ofertas de trabajo, el horóscopo) y que para mí brilla cuando el lector se da de bruces con una frase hermosa y recuerda que la belleza no es patrimonio de los ricos.

“Siempre he pensado que la felicidad es mirar al mar sin hacerse preguntas”.

Felicidades, Guillermo.

 

 

 

 

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