Epitafio

Llevo la semana pensando en mi epitafio.

Entiéndaseme bien. No hay signos (y cruzo los dedos) de que vaya a morirme en el corto plazo. Pero sí sé seguro que moriré. Entonces, de aquí a allí y en el tiempo que queda, ¿qué hacer?

Uno de los ejercicios más empleados en los procesos de definición de objetivos personales es, precisamente, imaginar el propio funeral y pensar qué dirán los allegados. «Fue un gran esposo». «No hubo nadie más comprometido con la empresa que él». «¡Mira que jugaba bien al tenis!». ¿Estamos ‘oyendo’  lo que queremos oír?

Mi generación tiene posibilidades inauditas. Los hombres -y, a la zaga pero con empuje, las mujeres- piensan sus vidas en primera persona. Ya no nos sentimos obligados a ser lo que nuestros padres fueron y podemos, en la mayoría de los casos, decidir lo que queremos ser. Pero… ¡son tantas las posibilidades!

Alguien me aconsejó una vez: «Neus, escoge bien tus batallas». Y tiene razón, porque no podemos estar en todos los frentes. No caben tantos títulos en la lápida.

Entonces: ¿cuál es la batalla? ¿Debemos necesariamente priorizar? ¿O podemos desarrollar hoy más de una identidad? Al final de todo… ¿qué habrá valido la pena?

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1 comentario en “Epitafio”

  1. Debemos aprender a escucharnos. Después de todo si conectas con tu conciencia aprendes a vivir de acuerdo con lo que ella te dicta y… te deja en paz. Si no, la duda domina tus actos, o la actividad frenetica no te deja oir nada mas que: sigue adelante…sin mirar atrás.
    Al final lo único que importa es lo vivido y disfrutado,deveriamos aprender a no perder el tiempo en nada que no nos compense lo suficiente, el resto mejor no removerlo, ya sabes el dicho…huele.
    Lo fundamental para mi seria que nadie pudiera decir que le he hecho daño, no me importa para nada que nadie se acuerde de los actos importantes, porque no importan, solo las huellas personales, los buenos momentos compartidos, el amor hacia los tuyos. Mi epitafio perfecto seria: supo querer y fue querido.

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