El (difícil) arte de amar a tu competencia

tu competenciaLos competidores son un manantial de sensaciones negativas: nos infunden miedo o rabia.  Se nos aparecen “más visibles” que nosotros. Invaden “nuestro” lugar y ocupan “nuestro” posicionamiento.

La competencia a menudo genera angustia. La percibo en los correos de los lectores y en las sesiones de asesoría. A veces la competencia nos enerva tanto que dan ganas de sacrificarla en un ritual macabro.

Sin embargo, desde el punto de vista de la visibilidad, es posible ver en el competidor una ventaja.  El paso previo –quizás el más difícil- para que la competencia se convierta en un activo es mantener la cabeza fría. Cuesta, sobre todo si tu competidor no actúa de forma elegante. Pero eso no quiere decir que debas ponerte a su altura. Debes ponerle a tu altura.

¿Qué ganas con tu competencia?

–      Si tienes competidores, tienes mercado. Que otros profesionales presenten propuestas similares a la tuya indica que la necesidad que tu propuesta resuelve existe y (muy importante) que existen personas dispuestas a invertir recursos (dinero, tiempo, capacidad de atención) en resolverla.  Es mucho más sencillo actuar en un mercado que crece que crear un mercado partiendo de cero.

–      Del competidor se aprende: ¿Qué hace él/ella mejor que tú? ¿Qué estrategias de visibilidad emplea? ¿En qué redes sociales está y para qué? ¿Cómo presenta su argumentario? Resulta muy importante segmentar: ¿en qué se diferencian vuestras propuestas y clientes?

–      Casi nada es blanco o negro. Con competidores inteligentes y profesionales (de los intrusos hablaremos en otro momento) son posibles las relaciones de complementariedad. Es posible llegar a acuerdos de “coompetencia” (colaboración + competencia) en beneficio mutuo. Para hacer crecer el mercado, por ejemplo. Para que esta estrategia funcione, dos requisitos: que tu competidor sea profesional y que haya confianza entre las partes. Si no te fías, no lo intentes.

–     Tu marca no se puede copiar. Si entendemos marca como «propuesta de valor», la tuya es personal e intransferible. Por eso una marca personal sólida y bien comunicada se convierte en una barrera de entrada formidable.

Amar a la competencia no es fácil por que no es un factor exógeno, que no controlamos. El mejor antídoto es competir con uno mismo. Nadie en el mundo puede explicar tu propuesta como tú. Porque es tuya. Esa es la que tienes que hacer visible. Esa es la que tienes que contar, cada día mejor.

¿Cómo te relacionas con tu competencia? El tema es espinoso. Te invito a compartir tu experiencia en los comentarios.

Si la competencia u otros temas relacionados con tu visibilidad te preocupan, tienes a tu disposición las sesiones de estrategia individual, para trabajar conmigo las preguntas y dudas que surgen al desarrollar un plan de visibilidad. También puedes suscribirte a mi Lista sobre visibilidad.

 

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