Google se hace mayor

Ayer visité Google+, el nuevo intento de la compañía por dotarse de una red social propia. Google+ parte de una deficiencia percibida en Facebook: la necesidad de gestionar las diferentes facetas de nuestra identidad, seleccionando qué contactos acceden a qué contenidos. La solución propuesta son los círculos, que nos permiten agrupar a nuestros contactos en función de aquello que tienen en común en relación a nosotros. Cada círculo ve sólo aquello que queremos que vea.

La red está aún en beta, pero ya muestra como el tema que NO se ha solucionado es el de la privacidad. Nada más entrar descubres que ya tienes «amigos» esperándote. Es decir, puede que uno no sepa que está en Google +, pero está, sólo porque otros le incluyeron. Esta posibilidad refuerza mi teoría de que la identidad digital es distribuida, es decir, que se forma también por las interacciones de terceros en relación a nosotros. ¿Cómo es posible, entonces, que nos preexista? Sencillo -y para reflexionar: porque Google+ se integra en el mundo Google, que auna todas las herramientas, plataformas, prestaciones…. Una misma cuenta de acceso nos permite operar en Google Docs y en Blogger, por poner un ejemplo. Implicaciones: personalización creciente. Google+ proporcionará a la compañía otro caudal de datos sobre nuestra vida digital, que cruzará con todos los que ya tiene y que derivan no sólo de nuestras búsquedas sino del uso que hacemos del resto de sus herramientas. Que, recordémoslo, no son gratuitas. No pagamos con dinero: pagamos con datos. Google vive de la publicidad contextual. Por tanto, obtener el mayor número posible de datos personales es imprescindible para su negocio. Este y no otro es el motivo de la carrera contra reloj para persuadirnos de que Google+ es la mejor alternativa a Facebook.

La adopción de un nuevo modelo de cultura empresarial podría explicar el cierre de GoogleLabs, su laboratorio de innovación. Según el anuncio oficial, la decisión se toma por la necesidad de «focalizar esfuerzos». Después de todo, Google cotiza en bolsa y los inversores miden el éxito en dividendos, no en experimentos.

Por otro lado, empiezan a publicarse memorias sobre la vida en el seno de la empresa. Así, el Financial Times reseña el libro I’m feeling lucky: The Confessions of Google Employee Number 59. En efecto, su autor, Douglas Edwards, empleado nº 59,  fue el primer brand manager de una empresa cuya marca creció de la mano de sus productos y de la experiencia de los usuarios.

Si la marca Google son sus productos, o, como afirma un ingeniero en el libro, «la marca es lo que queda cuando dejas de avanzar», que nazca Google+ cuando muere GoogleLabs indica un cambio de enfoque – quizás de paradigma. Google se hace mayor.

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